15 de junio de 2020
Rosario, el lugar donde la ciencia construye soberanía y le hace frente al coronavirus
Produjeron alcohol en gel, máscaras faciales, desarrollaron kits de detección, prototipos de respiradores, y asesoraron a instituciones provinciales y municipales. Ninguno investigaba sobre covid-19, pero cuando surgió el virus cambiaron su trabajo y se pusieron al servicio de la emergencia.
Marzo 2020. Fase 1 del aislamiento social, preventivo y obligatorio. La Universidad Nacional de Rosario (UNR]) financia, en alianza con la firma Inventu y un grupo de investigadores de la Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura, el desarrollo de dos proyectos para producir respiradores artificiales a bajo costo para la asistencia respiratoria debida al coronavirus. Ese mismo mes la UNR saca la primera partida de alcohol en gel de producción propia. Abril 2020. Fase 2 del aislamiento. Dos científicas rosarinas viajaron a San Francisco para unirse a otros 25 investigadores e investigadoras de todo el país quienes desde marzo trabajan en un kit de diagnóstico de detección. Mayo 2020. Fase 3. El equipo de investigación que encabeza Diego Chouhy fue seleccionado para avanzar en el desarrollo de otro tipo de kit para la detección de Sars-CoV-2.
Desde el inicio de la pandemia, investigadores e investigadoras de la UNR y el Conicet Rosario (junto con los institutos de doble dependencia) pusieron a disposición de las autoridades municipales y provinciales sus conocimientos y experiencias para desarrollar herramientas de asistencia y prevención contra el coronavirus. Produjeron alcohol en gel, máscaras faciales, desarrollaron kits de detección de Covid-19, prototipos de respiradores, y asesoraron a instituciones provinciales y municipales. Ninguno investigaba sobre Covid-19, pero en cuanto la pandemia llegó al país reconvirtieron su trabajo para atender la emergencia. Con un Ministerio de Ciencia y Tecnología que hacía apenas tres meses que había recuperado su jerarquía y un organismo desfinanciado luego de cuatro años de políticas neoliberales, marcadas por un notable recorte de presupuesto agravado por la devaluación, ningún desarrollo hubiera sido posible sino fuera gracias a la capacidad de respuesta de las científicas y científicos formados en la universidad pública y local.
Para la vicedirectora del Conicet Rosario, Cristina Carillo, los aportes científicos de los últimos meses mostraron que la ciencia construye soberanía. “Debido a que las políticas anteriores al 2016 consideraron indispensables a las ciencias había recursos humanos altamente calificados y había en marcha proyectos que, aunque pobremente subsidiados, seguían produciendo nuevos conocimientos. Debido a ese esfuerzo muchos grupos de investigación están inmersos en uno o más proyectos relacionados con la pandemia. La aparición del Covid-19 puso de relieve la naturaleza interconectada de nuestra sociedad científica y nos lleva a reflexionar que cuando existe un desafío sistémico, la respuesta también se deriva de esfuerzos colectivos. Y empezamos a construir soberanía con kits de detección, respiradores, ensayos y científicos propios”, expresó.
Manos a la obra
Al inicio de la pandemia una de las primeras medidas a nivel nacional fue la creación de la Unidad Coronavirus Covid-19 en conjunto con el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación y la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Agencia I+D+i). El objetivo fue brindar respuesta a las demandas y necesidades del Poder Ejecutivo Nacional y el Ministerio de Salud de la Nación.
“La Universidad de Rosario tomó un rol activo, dejó de ser espectador de lo que pasa en la sociedad y puso a disposición todos sus recursos humanos y económicos para tratar de colaborar y encontrar soluciones para responder a esta pandemia. Hubo una respuesta importante del sistema científico tecnológico nacional y local, y eso demuestra que tenemos buena formación académica, de profesionales, de científicos y tecnólogos en el país y en la ciudad”, dijo a El Ciudadano Julia Cricco, directora de Promoción Científica de la UNR e investigadora del Conicet.
Una de las primeras respuestas que dio la Universidad para hacer frente a la pandemia fue producir alcohol en gel para cubrir la demanda de hospitales y centros de salud de Rosario y Santa Fe. A mediados de marzo, lanzó la primera partida de 100 litros hechos en los laboratorios de la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmaceúticas.
Otro de los aportes de la UNR para el sistema público de Salud fue la fabricación de protectores faciales. Desde el Área de Extensión de la UNR, junto a la Secretaría de Extensión del Politécnico Superior, buscaron responder los pedidos de trabajadoras y trabajadores de la salud que no podían conseguir este producto en el mercado. Los protectores fueron distribuidos por la Municipalidad de Rosario y el excedente fue destinado a las y los trabajadores universitarios en funciones esenciales, como son quienes se desempeñan en los comedores universitarios.
En abril, un grupo de graduados y graduadas de la Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura creó un dispositivo de radiación ultravioleta para eliminar virus, hongos y bacterias que desintegra el Covid-19. La novedad es que no genera ningún tipo de residuo para el ambiente ni es tóxico para los humanos. Se controla de forma inalámbrica mediante un celular o tablet y un controlador lógico programable interno, sin que sea necesaria la presencia de una persona en la sala donde se utiliza. Los desarrollares estiman que en 12 minutos los virus son desintegrados y que unos 30 minutos son suficientes para desinfectar por completo los espacios.
Mayor desarrollo
Argentina estaba en la fase 1 de la cuarentena y en los medios de comunicación circulaban imágenes de hospitales europeos desbordados de pacientes donde las y los profesionales de la salud tenían que elegir a quién darle un respirador. Una de las principales preocupaciones del sistema de salud público local fue cómo afrontar un eventual pico de contagios y evitar que el sistema colapse. Desde mediados de marzo, estudiantes y graduados de la Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura trabajaron para aumentar los insumos y desarrollaron dos prototipos de respiradores para la atención de Covid-19. Los modelos tienen la ventaja de contar con elementos de carácter industrial, y abundantes en el país, para garantizar que sean fácilmente reproducibles y a un bajo costo.
Uno de los respirados aún está en etapa del desarrollo, y el otro ya fue presentado y espera la validación de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat). Ambos fueron financiados por la Universidad.
Detección temprana
A principios de mayo, un grupo de investigadoras e investigadores rosarinos fue seleccionado a través de un concurso de la Agencia de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Agencia I+D+i) para desarrollar un kit de detección del ARN del nuevo coronavirus Sars-Co-2. La convocatoria, en la que fueron elegidos 64 proyectos de todo el país, reunió 900 iniciativas de las cuales 8 llegaron desde la UNR.
El equipo seleccionado es encabezado por Diego Chouhy y Adriana Giri, directores de DetexMol S.A, quienes recibirán la suma de 100 mil dólares para avanzar en el desarrollo de un test para la detección de Sars-CoV-2 y de otro que detectará conjuntamente Sars-CoV-2 y los virus influenza A y B.
El kit se basa en la tecnología RT PCR, la misma que se usa en los análisis de filiación. Permite identificar si una persona tiene el virus de Covid-19 en su cuerpo, aun antes de desarrollar anticuerpos. Lo novedoso del test es que puede detectar otro tipo de virus con síntomas similares, como el de la influenza, en un solo paso. El producto de desarrollo nacional reemplazará importaciones. Previo a la pandemia, los investigadores de DetexMol S.A, una empresa de Base Tecnológica radicada en Bio.r del Instituto de Biología Molecular Rosario (IBR) trabajaban en kit de detección del virus del Papiloma Humano (HPV), pero reorientaron la investigación para dar respuesta a la emergencia.
“Una de las preocupación del sector de salud no es sólo hacer diagnósticos más rápidos, sino contar con los reactivos suficientes para hacer testeos masivos. Que haya desarrollo local de un kit es un esquema de sustitución de importaciones más clave que nunca en una época donde hay una demanda mundial que va a ir creciendo a medida que se vayan liberando las restricciones”, explicó a El Ciudadano el director del IBR Alejandro Vila, y agregó: “Hoy no hay reactivos disponibles de PCR para toda la población mundial. No sabemos cómo va a evolucionar el virus, pero tener producción local de kits aunque reproduzcan los usados afuera es importantísimo”.
Vila destacó además un proyecto de Giri para secuenciar las variantes químicas de Sars-CoV-2 que circulan a nivel local. Este estudio, según explicó, permitiría conocer las posibles mutaciones genéticas del virus en cada región. “Desde el punto de vista epidemiológico estos virus mutan a nivel local. Es importante conocer la composición de genes de cada variante”, agregó.
Desde la Unidad Coronavirus Covid-19 lanzaron una segunda convocatoria a nivel nacional en la que fueron seleccionados otros 13 proyectos de la provincia de Santa Fe.
Recursos for export
Desde marzo, un grupo de 25 científicas y científicos de varias provincias del país están reunidos en un laboratorio de San Francisco para desarrollar un kit de diagnóstico que permita detectar si una persona tiene coronavirus de forma rápida, económica y portable. Desde Rosario, las doctoras en Ciencias Biológicas del IBR (Conicet-UNR) María Eugenia Llases y Antonela Palacios viajaron para unirse a su colegas Guillermo Repizo, Julia Lara e Ivana Parcerisa. Al igual que el proyecto que se está desarrollando en Rosario, buscan detectar el ARN del virus, pero lo hacen a través de otra tecnología denominada Crispr, que posibilita identificar secuencias específicas en los ácidos nucleicos (ADN y ARN) que están en todos los seres vivos.
El funcionamiento del kit es muy simple. Consiste en colocar una muestra de hisopado nasal en una tira reactiva similar al de un test de embarazo que muestra el resultado positivo o negativo en una hora. Su costo sería menor a 5 dólares. En principio será destinado a laboratorios e instituciones públicas y luego se podrá comercializar en farmacias. Más allá de la epidemia de coronavirus, esta plataforma sirve para detectar presencia de otros virus como Denge, Zika, Chikunguña y Hantavirus.
“Hoy esto no es posible porque todo lo molecular está limitado a laboratorios centrales que demoran varios días en obtener resultados. Y los kits rápidos que se encuentran en el mercado se basan en la detección por anticuerpos, por lo que están sujetos al período de incubación del virus y no son tan eficaces”, expresó Repizzo. “Esta tecnología es nueva y se va a quedar para detectar otros blancos moleculares asociados a distintos tipos de infecciones”, agregó.
Tanto el kit de detección desarrollado en Rosario como el de San Francisco buscan la carga genética del virus, pero a través de diferentes métodos. Es decir, pueden determinar si una persona está infectada aunque el contagio sea reciente y aun no haya desarrollado anticuerpos.
En tanto, en Buenos Aires, un equipo integrado por la investigadora Andrea Gamarnik trabaja en un test serológico que, a partir del análisis de muestras de sangre o de suero, permite determinar si una persona tiene anticuerpos contra el nuevo coronavirus. El test arroja resultados en un par de horas y, entre otros fines, puede servir para evaluar la evolución de la pandemia de Covid-19 en poblaciones.
“Los test son complementarios. Una persona infectada que se curó puede no tener el virus ahora pero sí los anticuerpos. Este tipo de test serológicos es importante en ensayos masivos. Si estás en un barrio y mucha gente tiene anticuerpos, da cuenta de que hay personas asintomáticas o con síntomas leves”, explicó Vila.
Ampliado
Para la segunda convocatoria nacional un equipo de investigadores e investigadoras de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario desarrolló una estrategia para realizar una gran cantidad de test a bajo costo. El objetivo es ampliar los diagnósticos y extenderlos a personas asintomáticas para evitar que la enfermedad se disemine en forma silenciosa.
El proyecto es llevado adelante por los científicos Alejandro Colaneri, Juliana Sesma, Hugo Menzella, Pablo Aguilar y Sergio Chialina. “Trabajamos con PCR o termocicladores que son aparatos que permiten amplificar el ADN. Es una tecnología más sensible y más precisa. También es menos sensible a la contaminación y las cuantificaciones son directas”, detalló Colaneri.
Con este sistema se pueden procesar muestras que arrojen menor cantidad de falsos negativos para transitar de manera segura la liberación paulatina del aislamiento social.
“La idea es tener la sensibilidad para detectar el virus antes de que los síntomas aparezcan, que en promedio lo hacen para el día 5 de la infección. Hay gente que tiene todo el ciclo viral con síntomas muy leves y diseminan la enfermedad de forma silenciosa. Son las más difíciles de detectar”, señaló.
El primer objetivo de los investigadores apunta a realizar testeos extensivos a todo el personal de salud para luego ampliarlos a otras actividades económicas y evitar que haya casos asintomáticos que puedan contagiar a otras personas. La tecnología permite hacer alrededor de 10 mil muestras diarias.
Esfuerzos colectivos
Para las autoridades del Conicet y de la UNR los desarrollos logrados durante la pandemia fueron gracias a un esfuerzo colectivo de la comunidad científica que supo readaptar los recursos humanos y ponerlos a disposición del sistema sanitario en un contexto de desfinanciamiento provocado primero por las políticas que precedieron y agravado por el parate económico del coronavirus.
“La ciencia argentina nunca fue tan degradada como durante el período 2016-2019. Los científicos salimos cientos de veces a la calle, denunciando la desidia del gobierno nacional y con una consigna: sin ciencia no hay soberanía. Hoy estamos presentes, gracias al esfuerzo y al voluntarismo del sistema científico argentino y a las políticas de restauración que se propusieron llevar a cabo las nuevas autoridades nacionales. La jerarquización de las Secretarías de Ciencia y Técnica y de Salud al rango de Ministerios, rango que nunca deberían haber perdido, fue fundamental”, señaló la vicedirectora del Conicet Rosario, Cristina Carrillo.
“Hay una multitud de personas anónimas que estos días se revelan como fundamentales: sanitarios, médicos, bioquímicos, investigadores, y un muy largo etcétera. No es el mercado (que siempre actúa en contra del bien común de la mayoría) el que trae la solución. Ahora volvemos a descubrir a fuerza de dolor que la solución (y la evolución como sociedad) no es la competencia ni el individuo, sino la cooperación y el colectivo”, agregó.
Para Carrillo uno de los principales peligros es que el futuro post pandemia vuelva a relegar la importancia de la ciencia. “La esperanza es que la historia sea diferente y que podamos no sólo controlar, mitigar y planificar las medidas de salud pública sino entender que debemos dedicar recursos al sanitarismo y a la investigación; incluyendo la histórica que nos puede hablar de los desafíos de la salud del pasado para actuar en el presente y planificar el futuro”, cerró.
El director del IBR, Alejandro Vila, destacó la respuesta del sistema científico ante el actual contexto y la adjudicó a la capacidad de recursos humanos instalados desde hace décadas. “Aún con los escasos recursos económicos y las limitaciones con las que quedamos después de los últimos cuatro años, la capacidad de recursos humanos que existe nos permite desarrollar estos avances en un período corto, gracias a que hay una masa crítica de gente haciendo investigación calificada del país. Ninguno estaba trabajando en temas vinculados a Covid-19, pero sin formación no hay capacidad de dar respuesta ante esas situaciones. Muestran la voluntad y el compromiso del sistema científico y la capacidad instalada”, aseguró.
El investigador al frente del Instituto de Inmunología Clínica y Experimental de Rosario, Oscar Botasso, coincidió: “Hay gente capacitada y en perfectas condiciones de desarrollar las técnicas. Rosario sabe cómo hacerlo. Es una ganancia cuando uno tiene un sistema científico. Tenemos recursos altamente capacitados que pueden pensar el problema y aportar soluciones. Doy fe de lo serio de su trabajo y de los aportes locales que hicieron a lo largo de este año”.
Valor local
Uno de los ejes del rector de la UNR, Franco Bartolacci, cuando asumió su gestión fue conectar la Universidad con la comunidad. “Hemos puesto a disposición de los tres niveles del Estado y la sociedad todos los recursos de la Universidad de Rosario para hacer nuestro aporte en el marco de la emergencia. Estamos convencidos que ese vínculo entre la Universidad y la sociedad, que le da sentido y la sostiene, debe ser siempre muy estrecho y, en contextos críticos y complejos como los que atravesamos, aún más. Desde el primer día pusimos en marcha muchas iniciativas, algunas vinculadas a la asistencia, el acompañamiento y el cuidado de la comunidad, y otras al desarrollo científico tecnológico para aportar soluciones frente a la emergencia”, señaló Bartolacci.
El rector mencionó que tanto el desarrollo de respiradores artificiales o de test de detección temprana evidencian el valor de la universidad pública y la importancia de invertir en educación, ciencia y tecnología. “A veces nos cuesta materializar la importancia de sostenerla como una política de Estado a lo largo del tiempo, pero en momentos de crisis como éste se evidencia que esa inversión consecuente y sostenida vuelve en los momentos más difíciles de la mejor manera: aportando soluciones a la sociedad”, explicó.
Bartolacci manifestó su orgullo frente al “enorme prestigio de los investigadores formados y egresados en nuestra universidad que hoy están en buena parte del mundo participando en proyectos de investigación para buscar soluciones a la pandemia”. “La idea de poner al servicio de la sociedad todos los recursos de la Universidad pública tiene que ver con que no nos pertenece a los universitarios sino a la sociedad que sostiene y da sentido a todas las actividades que hacemos y desarrollamos”, concluyó.
La directora de Promoción Científica de la UNR e investigadora del Conicet, Julia Cricco, destacó el trabajo de los equipos de comunicación que durante toda la pandemia difundieron información certera y confiable. “La UNR tomó un rol importante desde el área de comunicación en llevar la palabra de especialistas en el tema, no sólo desde el aspecto médico y epidemiológico, sino desde el abordaje de cómo esta pandemia nos afecta desde las ciencias humanas y sociales. Se hicieron publicaciones en redes sociales y en formatos accesibles y de fácil llegada para todo el público. Es importante no sólo lo que hacemos sino cómo lo comunicamos y cómo nuestro trabajo llega a la población para que pueda apropiese de él”, señaló.
Emparentados
Bottasso explica que un pariente del Covid-19 es el Sars Cov 1, de 2003, más conocido como la gripe aviaria. Profesionales estudiaron que los anticuerpos generados duraban entre 2 y 3 años en el organismo. Para Bottasso, es probable que en el caso de Covid-19 sea similar. “Aún no sabemos cuánto tiempo duran los anticuerpos, ya que la aparición del virus es reciente. Hay razones para ser optimistas. Falta que pase el tiempo para hacer los estudios”, señaló.
El médico e investigador adelantó que hay tres salidas posibles de la pandemia: el virus muta y pierde fuerzas; desarrollan un tratamiento antiviral para bajar los contagios; o descubren una vacuna. “En Italia los casos ya no tienen la severidad de antes. El Covid-19 es parecido a la gripe aviar que se fue diluyendo y el virus se perdió en la población. Los virus de ARN mutan y van perdiendo estructuras. En otro escenario posible, esto no sucede pero encontramos un tratamiento antiviral para tratar a pacientes y cortamos la transmisión y el problema generado en el sistema de salud. La solución definitiva es una vacuna eficaz, como ocurrió con la fiebre hemorrágica o la poleo”, explicó.
Fuente: El Ciudadano Web