18 de agosto de 2020

Una Patria que puede tener padres y madres

El historiador Miguel A. De Marco (h) explica por qué San Martín recibió ese título y arriesga también sobre qué hubiera dicho el Libertador al respecto. Además lanza una invitación: ¿qué otras personalidades de la historia argentina merecen ser distinguidas como padres y madres de la Patria?

Los países de occidente recogieron una tradición de la Antigua Roma, que institucionalizó la figura del “Pater Patriae”, es decir el Padre Fundador. Era el título con el cual el Senado Romano distinguía a los personajes ilustres que habían posibilitado que Roma siguiera existiendo y por lo tanto se lo asociaba al padre fundador, que en ese caso era Rómulo.

En la actualidad, hay en el mundo más de medio millar de padres de las diversas patrias, y nunca está de más un 17 de agosto recordar a José de San Martín, a quien diversas generaciones de argentinos por la acción de los discursos, los símbolos y la educación, reconocen como “Padre de la Patria”.

San Martín, al igual que Manuel Belgrano, bajo ningún concepto hubiera dejado que así lo llamasen sus contemporáneos o la posteridad. La documentación es elocuente en ese sentido: No lo guiaba más deseo que la libertad e independencia del terruño americano y le hubiera bastado ver a un pueblo unido tras esa bandera. Sin embargo, cargó hasta su muerte con la triste impotencia de ver a sus compatriotas consumidos en disputas interminables e improductivas.

Diversos sectores a lo largo de 210 años, contrariando la ética sanmartiniana y la virtud belgraniana, se atribuyeron la paternidad de la patria y por ende la capacidad de interpretar correctamente el pensamiento y el sentir de los verdaderos padres fundadores.

Tanta incoherencia terminó vaciando ese concepto y alejando “al ciudadano de a pie” del hombre y su hazaña, de aquel joven correntino que siendo oficial de un poderoso ejército volvió por convicciones personales (fueran cual fueran y se quiera polemizar) para liberar a los americanos del yugo colonial.

La identidad genuina no se impone, se elige y se asume y para ello es necesario el conocimiento de la vida de don José de San Martín, quien seguramente sentiría más que justificado su colosal esfuerzo si en vez de ser llamado “Padre de la Patria”, despertara en sus conciudadanos de todos los tiempos, esa vocación de libertad y construcción de una patria mejor.

 

Fuente: La Capital