19 de octubre de 2020
Madres y médicas, dos hermanas enfrentan el coronavirus en Rosario e Italia
Inés y Mariana comparten la misma vocación. Una trabaja en un centro de salud de barrio Las Flores, la otra en un hospital de Módena. MIentras, crían hijos pequeños. Similitudes y diferencias con la pandemia como marco.
Inés Amato es médica generalista y trabaja hace 16 años en Barrio Las Flores. Primero en el Centro de Salud provincial, en el que hizo su residencia, y luego en el municipal, al que está vinculada desde 2007. Hoy reparte sus jornadas entre hisopados, derivación de pacientes graves al hospital y seguimiento de casos leves, además de la tradicional demanda que tiene la atención primaria. Del otro lado del mar, su hermana Mariana es otra combatiente en la batalla contra el Covid-19. También médica, le lleva tres años de edad y se fue a vivir a Italia luego de haberse recibido, en 2003. En un hospital en Módena, le tocó hacer frente al pico europeo del coronavirus y ahora cuida de pacientes ante los nuevos rebrotes. La pandemia las puso a las dos ante un mismo desafío clínico, aunque con realidades sociales muy distintas. Y ahora, además de compartir sus vivencias en la batalla contra el virus, cuentan sus experiencias como madres en este año tan particular.
Geografías e historias
Las Flores es el mismo barrio que tapialó la dictadura militar, para ocultarlo de la mirada de los turistas que venían al Mundial 78. O el que León Gieco convirtió en canción cuando asesinaron en diciembre de 2001 al Pocho Lepratti. De ahí vuelve Inés Amato hacia su casa. Y en el camino manda un audio de WhatsApp, hablando sobre su jornada laboral en el centro de salud: "Vos tenés en un mismo día que cambiarte con todo ese uniforme que parece de astronauta, que es el material de protección para atender a un paciente febril, llamar a la familia de algún positivo, hacer hisopados, monitorear a una embarazada, resolver la situación de una paciente por la falta de unos anticonceptivos inyectables que hace un tiempo no están llegando, y así otras cosas. Al ser una de las pocas instituciones que estuvo abierta todo este tiempo en el barrio, nos han venido a preguntar hasta si podemos imprimir cosas de la escuela, por ejemplo. Y en ese abanico de temas por resolver, tenés que acordarte también de tu paciente con VIH para saber cómo está con la medicación, porque no se puede acercar al centro de salud. Es bastante desgastante la amplitud de demandas. Yo a veces preferiría estar haciendo solo hisopados, o dedicarme a algo más puntual".
Módena, en Italia, es la provincia en la que nacieron autos de diseño como Masseratti y Ferrari. Hace poco volvió a correr en la región la Fórmula 1. Tiene muchos pueblos tradicionales, con una población con promedio de edad alto. Tal vez, el talón de Aquiles para la primera explosión del virus en los comienzos del año, cuando poco se sabía y se dio allí una letalidad inusitada. En el hospital de Mirándola está Mariana Amato, que recuerda: "Al principio acá tampoco se sabía nada. No había protocolos para la enfermedad, que era nueva. Se puso un 0800, pero la línea se saturaba. Le dieron la tarea de seguimiento a los médicos de familia, pero tampoco alcanzaba. Y además, en los últimos años se habían hecho recortes de presupuesto y faltaba personal para una emergencia. Después se pudo crear algo que se llamó las Unitá Speciale Di Continuitá Assistenziale, con estudiantes de medicina del sexto año, residentes de medicina general o de medicina interna, para reforzar el territorio. Repartían los oxímetros de pulso a domicilio y los iban a controlar. Eso hizo el cambio en la atención, porque en febrero y marzo, cuando nos llegaban los primeros casos, ya venían muy graves. Hoy, la mortalidad que estamos viendo, aún con rebrote de contagios, es más baja".
Poner el cuerpo
En este raro cruce familiar de experiencias pandémicas, Mariana fue la primera que puso el cuerpo, cuando estalló el virus en Italia. Los camiones militares cargaban ataúdes a pocos kilómetros de su casa y, en ese contexto, cada vida que se podía salvar valía más que una copa del mundo. "Son nuestros héroes", les dedicaron a ella y sus compañeros una mañana los familiares de un paciente recuperado. También hubo muchos que murieron. Y ahora, es ella la que admira a su hermana Inés, que despliega su trabajo mulfunción en la zona sur de Rosario.
"El trabajo de un generalista en la pandemia es increíble. Desde ayudar a que llegue la comida, anticonceptivos, que los chicos se conecten con su escuela, hacer hisopados, seguir pacientes. Cuando hablo con mi hermana, me emociona todo lo están haciendo. Y también me preocupa, claro, las demoras en tener resultados de los test, en un contexto de tanto contagio", revela la más grande de las Amato.
Desde Rosario, Inés completa: "Cuando empezó la cuarentena, suspendimos los turnos programados y nos dedicamos sobre todo a seguir con la vacunación, llevando también la medicación crónica a los domicilios. La ciudad estaba tranquila, no había casos y la prioridad nuestra era que el paciente no se movilizara al hospital. A fines de julio, empezamos a ver más contagios. En el centro de salud nos capacitamos para hacer los hisopados. Se cambió la política porque demoraban mucho los resultados. Nosotros teníamos que mandar las fichas y pedir al Sies que fuera a hisopar y a veces no encontraban los domicilios. Acá hay calles que ni siquiera tienen nombre y si no conocés, no encontrás a la gente. Mi hermana, cuando le conté, quedó impactada de saber que entre siete y diez días tardabas en saber qué había dado un test. Ahora está mejorando un poco. Pero a veces seguíamos a los pacientes y le dábamos el alta antes de tener el resultado de los hisopados, una locura".
En este contexto para Rosario y el sur santafesinos, el de un ecosistema de más contagios que lentamente fue saturando todo, se denunciaron inclusive casos de pacientes que tuvieron el resultado de coronavirus positivo luego de haber fallecido. En Las Flores no se conocieron situaciones así de extremas, aunque sí un tanto particulares: "Tuvimos una paciente que acá se hisopó y mientras esperaba el resultado, tuvo más síntomas y debió ir al hospital. Estuvo internada, llegó a estar grave. En el medio la volvieron a hisopar y dio negativo. Pero una vez que recibió el alta, nos llegó el informe del test que habíamos tomado nosotros y había sido positivo. El día en que tomás la muestra condiciona mucho el resultado", grafica Inés, preocupada ahora por el hecho de que la actividad es prácticamente normal en la ciudad, cuando hay récord de casos.
Con obra social también
Días atrás, el secretario de Salud de Rosario, Leonardo Caruana, planteó que en los efectores municipales públicos había días en los que más de la mitad de los hisopados eran a personas con obra social. Explicó que eso obtura la posibilidad de una buena atención desde la salud pública. En el barrio Las Flores, la médica Inés Amato lo vive así: "Nosotros estamos atendiendo una demanda que incluye pacientes con obra social. Hay muchas que no te cubren entero el hisopado, que te piden mil o dos mil pesos para hacerlo. Y en Las Flores, eso es un montón. También pasó que pedían trámites para autorizarlo, en un contexto de paro de transporte que hubo largas semanas sin colectivos. Entonces, gente con obra social terminaba en el centro de salud. En las últimas dos semanas, por la curva alta de contagios, nos pasó, de tener que llamar casi todos los días a la ambulancia para buscar algún paciente. Eso antes pasaba mucho menos. Y ver al mismo tiempo que se siguen abriendo actividades, o que para muchos es como si ya no pasara nada con el Covid, es chocante".
Médicas y madres
Además de sus rol como médica, la rosarina que creció profesionalmente en Italia tiene el que tal vez sea el más complicado: el de ser mamá. Por eso Mariana manda un último audio de WhatsApp, cuando sus hijos Valentino y Emiliano, de 10 y 8 años, ya se durmieron: "Habían iniciado las clases presenciales hace un mes, pero esta semana volvieron al sistema online por la suba de casos. Eso también nos obliga a acomodarnos de otra manera". Y finaliza el reporte: "En esta segunda ola, ya se conocen mejor las formas de tratar con la población de riesgo. Se les da un oxímetro, para que vayan monitoreando. Aunque está muy fresco todo lo que pasó. Y me da el temor de que estemos en el mismo lugar. Probablemente, la detección precoz sea lo más importante, pero no es bueno que los números aumenten acá. De hecho, empiezan a fijarse restricciones de nuevo".
Desde Rosario, ahora la que envía su audio es Inés, también madre, de Maite y Fermín, de 7 y 3 años: "Aprovecho a mandar y me pongo un poco al día con el teléfono, que ya estoy volviendo a mi casa. Yo tengo chicos nenes chiquitos, de tres y siete años. La niñera que me ayudó siempre tiene factores de riesgo, así que ya van siete meses que nos arreglamos como podemos. Mi compañero también es médico. En todo este tiempo además, sin ir a la escuela, sin la posibilidad de que estén con sus abuelos, que nos ayudaban con la crianza, terminamos como muchos haciendo malabares, para poder cumplir con nuestros horarios de trabajo, la demanda de los chicos y el afecto que podés dar en este contexto. Creo que de este año no nos vamos a olvidar fácilmente".
Fuente: La Capital