15 de febrero de 2021
Jóvenes de Ludueña diseñan juegos didácticos de madera
Tras pasar por talleres del programa Nueva Oportunidad, formaron una unidad productiva autónoma de diseño de dispositivos y coordinación de actividades para chicos.
Hace tres años, la capilla Santa Rita del barrio Ludueña fue el nexo para que Joana y Ezequiel se anotaran en un taller de sonido e iluminación del programa Nueva Oportunidad, entonces en la órbita provincial. No imaginaron que de allí se desprendería un proyecto colectivo en otra dirección, llamado “Juegos del mundo” y que hoy les permite tener un ingreso.
Estos dispositivos para entretenerse, divertirse y aprender, que han sido construidos con materiales nobles como tela, madera y papel, están rotando desde diciembre por los Centros de Convivencia Barrial (CCB). A cada uno de estos espacios municipales llegan los integrantes de “Juegos del mundo”, en total ocho jóvenes entre 18 y 32 años, no solo para montar el módulo de primera infancia sino para coordinar actividades con los niños que concurren allí, de hasta cinco años.
Joana y Ezequiel, quienes además conforman una familia junto a sus tres hijos, se alegran de haber vuelto al ruedo con el emprendimiento después del momento más álgido de la pandemia. Y cuentan que el grupo tiene un sueño: extenderse del diseño y el acompañamiento de los niños a la construcción misma de los juegos didácticos. Léase pequeños toboganes, laberintos de madera, cubos de tela con letras y números.
“Son raros, vienen de otros países, no son de los más comunes que se venden en jugueterías”, aclara el muchacho de 23 años bajo uno de los aleros del polideportivo Garzón, de Garzón 351. En este predio del noroeste se desarrollan las reuniones del grupo que desde el programa Nueva Oportunidad llaman “unidad productiva autónoma”, porque los jóvenes al finalizar la etapa de capacitaciones decidieron asociarse para trabajar.
De hecho la Municipalidad los contrató para que organicen jornadas lúdicas en los CCB, por lo que ya visitaron los centros de San Francisquito, Santa Lucía, La Lagunita, Ludueña Sur y próximamente irán al barrio Bella Vista, en zona oeste. “No nos quedamos parados mirando, jugamos con ellos y los ayudamos a que jueguen, les hacemos propuestas, los contenemos”, advierte Ezequiel sobre la experiencia de este verano. Y muestra en su celular algunas fotos publicadas en las redes sociales del emprendimiento, que tiene una cuenta de Facebook y otra de Instagram.
Esta mañana de febrero el polideportivo Garzón está repleto de pibes que participan de una colonia y hacen bochinche. Entre el barullo emerge la voz de Joana, de 21 años, rememorando que en 2018, cuando se anotaron en el taller de sonido a través de la parroquia, eran 22 los jóvenes que se desplazaban tres veces por semana desde Ludueña a la Plataforma Lavardén, en el centro de la ciudad. Allí aprendían a manejar luces, consolas y cámaras en el marco de la Escuelita de Producción del programa “Hoy en mi barrio”, actualmente inactivo.
Al margen de las habilidades que pudieron capitalizar en ese entrenamiento, al que llegaban acompañados de sus propios hijos, una de las cosas que más los fascinó fue descubrir la galería de los roperos de la Lavardén, dependiente del Ministerio de Cultura. Cuando tuvieron la oportunidad, manifestaron interés en estos juegos con los que disfrutaban sus hijos mientras ellos se capacitaban.
“Nos encantó sobre todo Mundo Creciente, nos daba curiosidad saber cómo se organizaban para manejarlo”, apunta Joana sobre el espacio destinado al desarrollo motriz de bebés y chicos de hasta dos años, inspirado en el mobiliario que propuso la pediatra húngara Emmi Pikler.
A partir de esa inquietud, un equipo de la cartera de Cultura los asesoró en el diseño de los juegos, en materia de coordinación para las infancias y hasta para hacer videos y subirlos a las redes. Fueron ocho los que decidieron seguir con el proyecto. “Empezamos a promocionarlo en escuelas, jardines y plazas. Siempre recibíamos muy buena respuesta”, acota Ezequiel. La gente incluso les preguntaba si los juegos se vendían o se alquilaban para eventos. “Conocimos un montón de barrios, fuimos a las colectividades”, aporta Joana mientras alza a su hija más chiquita, de dos años.
Luego sobrevino la cuarentena y la consiguiente inactividad durante casi todo 2020. Desde hace dos meses, el retorno a las rutinas presenciales los habilitó a reencontrarse con el resto de sus compañeros del barrio, activar el grupo y, como tanto esperaban, volver a coordinar juegos con chicos. Su ilusión es que éste sea solo el comienzo y que también puedan desempolvar los módulos de segunda y tercera infancia (de seis a 12 años) que por ahora están guardados en el depósito de un club.
Con respecto a la construcción de los dispositivos de madera, hay otras unidades del Nueva Oportunidad, a partir de 2019 reconvertido en programa local, que confecciona objetos en un taller de carpintería. La expectativa es que los jóvenes de uno y otro grupo puedan asociarse e incluso formar una red que en definitiva multiplique la cantidad de “Juegos del mundo”.
Es la hora del almuerzo y los pibes de la colonia se van yendo; ahora la voz de Joana se escucha más firme. “Para los juegos no hay edad, a veces la gente más grande que está sola se pone a jugar, y a las criaturas les encanta”, asegura, como quien lanza una invitación abierta o anuncia piedra libre.
Fuente: La Capital