1 de marzo de 2021
Los bocetos de Ángel Guido: el Monumento antes de nacer
En una encomiable iniciativa, un libro digital difunde los proyectos y sueños previos a la emblemática obra rosarina del arquitecto que fue su constructor.
¿Cuánto importa el proceso de creación de una obra, más allá de su conclusión? Al ser develado ese proceso creativo, ¿es constitutivo de la obra o significa apenas unos pasos previos que ya no cuentan, en tanto aquella fue terminada? ¿Cuán distantes están los sueños previos de un arquitecto de la posterior imagen de su trabajo, a veces imponente y fastuoso, ya incorporada al imaginario social? ¿Qué late en el vínculo entre boceto y obra finalizada? Acceder a esos bocetos, ¿resignifica la obra? ¿La hace menos o más solemne? ¿Más o menos amable? ¿Más cercana o más distante de quienes la han apreciado en el curso de los años?
Estos interrogantes, entre muchos, aparecen cuando se está, por estos días, frente a Los bocetos de Guido, una encomiable iniciativa de la Dirección del Monumento Nacional a la Bandera, que consiste en poner al alcance de todos, a través de una edición digital de fácil descarga, un libro que contiene los bocetos de Ángel Guido (Rosario, 1896-1960), arquitecto, ingeniero, urbanista, de cara a su sueño constructor del Monumento.
Sabemos que Guido ganó en 1939, junto a su colega Alejandro Bustillo, el concurso de anteproyectos para construir el Monumento y que éste se inauguraría recién en 1957. Sabemos también que Guido y Bustillo, arquitectos monumentales, habían concebido su gran obra unida al Parque Nacional a la Bandera y todo el complejo significaba, en su imaginación, una gran puerta de ingreso a Rosario desde el río Paraná. Esas concepciones implicaron sueños. Y los sueños, bocetos que, pertinaces, perduraron.
“Difícilmente algún rosarino podría imaginar la Torre del Monumento a la Bandera de color violeta, contra un fondo de rabiosos cielos rosados, amarillos o fucsias –expresa el arquitecto Eduardo Arbio, jefe del Departamento de Conservación Edilicia del Monumento, en la introducción de la publicación–. O más bajita –agrega–, protegida a ambos lados por unos enormes leones alados, como robados de unos cuentos fantásticos o de algún sueño infantil. O quizás bien antecedida y fusionada con una inmensa carabela, dando inicio así a la metáfora del barco de piedra que surca las aguas de la eternidad. Sería toda una osadía, dirían ciertas voces conservadoras, imaginar una torre bañada en tonos o colores que no sean los del color marfil, tan propio del travertino sanjuanino que la constituye y reviste. Nadie se atrevería a tanto. Sin embargo, hubo uno en la historia que se animó a imaginar tantas torres como fueron necesarias, para arribar finalmente a la definitiva”.
Ese “uno” fue Ángel Guido y esos sueños previos suyos son los que quedaron estampados en los bocetos que ahora se muestran en el libro digital. Son once sobre la Torre y un dibujo del Parque a la Bandera, en los cuales se aprecia lo lúdico del proceso creativo que implica una obra y los intentos del autor, observa Arbio, “por encontrar aquello que su mente de artista se encontraba elaborando”.
Con los pies en la tierra
“Guido podía imaginar como artista y tener los pies en la tierra como técnico. De la conjunción de estas dos facetas suyas nació la obra como fue construida y como la conocemos hoy –dice la directora del Monumento Histórico Nacional a la Bandera, Alejandra Ramos–. Fue ingeniero, arquitecto y también un intelectual y un artista. Y en la búsqueda de la forma que pudiera expresar mejor el lema «Invicta», que junto con Alejandro Bustillo habían elegido para presentarse al concurso de proyectos para el Monumento del año 1939, imaginó una nave, como él mismo dice: la nave de la Patria surcando las aguas del mar de la eternidad en procura de un destino glorioso”.
“Pero ¿qué recorrido tuvo que hacer para encontrar la forma definitiva de su obra? –se pregunta Ramos–. Este libro es una forma de asomarnos juntos a ese recorrido de la creatividad, entre bosquejos que a veces parecen apresurados y que se van sumando como capas, hasta la vista minuciosa y casi definitiva del Monumento en el contexto de un Parque a la Bandera enorme, que redefinía una gran parte del casco histórico de la ciudad, que en parte no llegó a concretarse”.
Sobre la oportunidad de esta publicación, la directora del Monumento confía que, junto con su equipo, “quisimos llegar al público en general con este valiosísimo material de archivo que en conjunto se exhibió una sola vez, hace tiempo, en un formato electrónico que permite acceder a él desde cualquier lugar, con gran facilidad. Lo pensamos como un regalo, un gesto de acompañamiento, y también como una reafirmación del compromiso de todo el equipo del Monumento con lo público, con la custodia, pero también con la socialización de nuestro patrimonio, con favorecer todas las formas en que sea posible el acceso al conocimiento, disfrute y apropiación por parte de todos, de lo que es de todos”.
El rescate
Vale recordar que los once bocetos sobre la Torre fueron hallados entre los papeles de la oficina personal de Guido y, por ende, atribuidos a él, aunque como no llevan su firma no se sabe a ciencia cierta si son de su exclusiva autoría, si los realizó en colaboración con miembros de su equipo o si los dibujaron y pintaron estos últimos, siguiendo sus indicaciones. En cualquier caso, “queda claro que todos provienen de la usina en la que el autor iba fabricando su Monumento”, señala Arbio. En tanto, el dibujo sobre el Parque a la Bandera, que se conoce como Gran Parque, es el único que lleva su rúbrica.
El dibujo del Gran Parque ya se encontraba donde ahora, en la Sala Antártida Argentina del Monumento, con anterioridad a la aparición de los bocetos sobre la Torre, que llegaron a fines de 1990, enrollados, para ser incorporados al Archivo General. Un incendio menor en las oficinas donde se guardaron los dañó y, así las cosas, en 1991 la Dirección del Monumento encargó a la especialista Susana Medem un trabajo de restauración que se extendió durante dos años. Enmarcados, los bocetos –que desde entonces fueron parte de algunas exposiciones públicas– se conservan en el Archivo General del Monumento a la Bandera. Ahora la publicación digital inicia una difusión única para una apreciación nueva, que revisa y suma miradas y voces a la historia del Monumento.
“¿Cómo deberíamos considerarlos, simbólicamente hablando? –se pregunta Arbio–. Tal vez los bocetos deban ser considerados una parte integrante del Monumento: de alguna manera, son también el Monumento. Una parte muy especial, pero una parte al fin (…) Podemos decir entonces que el objetivo de esta publicación es recuperar las huellas del trabajo de diseño para que esas ideas se sumen e integren a la imagen que guardamos del Monumento (…) Además, la presentación de estos bocetos intenta ser también una toma de posición, un modo de revalorizar el pensamiento y recuperar el valor del tiempo de trabajo y dedicación dentro del proceso de proyecto e ideación de una obra de arquitectura”.
La publicación digital también incluye un ensayo crítico sobre los bocetos de los arquitectos Fernando Boix y Adriana Montelpare, con la colaboración del arquitecto Cristian Caturelli.
El Monumento, en pocas frases
En 1939, acompañando sus planos, croquis, visas y maquetas del futuro Monumento a la Bandera, los arquitectos Alejandro Bustillo y Ángel Guido, junto con los escultores Alfredo Bigatti y José Fioravanti, presentaron ante el Jurado del Concurso de Anteproyectos una Memoria Descriptiva, en la que daban cuenta del significado de la obra. “En homenaje a la brevedad hemos de explicar en pocas palabras la ideología sustentada en nuestro trabajo que presentamos bajo el lema «Invicta»”, advertía la presentación. Los siguientes son algunos de los puntos que para sus autores definían, antes de que fuera una realidad concreta, “el lírico simbolismo del monumento”:
“Ideal carabela, decimos, con la proa hendiendo los gigantes Océanos de América. Como podrá inferirse va en esto implícita la idealización monumental de la geografía. Expresión miguelangelesca –podríamos decir– del mapa geográfico de nuestra Argentina.
“Hacia la Atlántida, puerto y estrella, decimos. Es decir, hacia la Quimera americana, hacia la formación de un pueblo auténticamente americano, libre de la hegemonía espiritual de Europa. La proa vigorosa y ágil objetiva plásticamente, el ademán, de nuestro sueño argentino, que es también el de toda América.
“La Patria Abanderada, al bauprés es la cristiana mensajera –la cruz por mástil– de aquel generoso ideal que heredamos de nuestra admirable historia patria”
“A todos los puertos de la tierra, anclará el mensaje de heroica libertad, de justicia Humana. Mensaje profundamente argentino repetimos y ojalá urgente en estos momentos difíciles del mundo”.
“Tal es, en pocas frases, el simbolismo fundamental del Monumento a la Bandera que –no podía ser otra cosa– es también Monumento a la Patria”.
Fuente: La Capital