18 de marzo de 2021
La rosarina que se destaca en la elite del motociclismo mundial
Sol Alvarez tiene 31 años, se mudó junto a sus padres a España con la crisis del 2001 y es la coordinadora general de GRT Yamaha en el Mundial de Superbike. "Es como ser la madre de todo el equipo", sostuvo.
Sol Alvarez (31 años) destila pasión por el rol que ejerce. Transita por los circuitos de todo el planeta del motociclismo. Ama el deporte motor en general y las motos en particular. La rosarina de 31 años rompió barreras y estereotipos con su vocación y talento. Claro que para alcanzar el éxito debió dejar sus raíces “por la inestabilidad que había al principio del 2000. Mis padres querían darnos un futuro mejor así que vendieron todo en Argentina y nos instalamos en la Comunidad Valenciana”, relató la actual coordinadora general de GRT Yamaha en el Mundial de Superbike. ¿En qué consiste su función? “Me encargo de estar en todas y en todos los detalles. Es nuestro idioma, es como ser la madre de todo el equipo antes, durante y luego de cada viaje”, le dijo a La Capital para luego resaltar con énfasis: “Soy hincha de Central”.
“Soy rosarina y bien argentina”
La distancia y los años que lleva radicada en España no es barrera para expresar el sentido de pertenencia que tiene por su tierra. “Soy bien argentina por más que lleve más tiempo viviendo acá. Rosarina y argentina. Eso soy. De hecho, tengo tatuado el contorno de nuestro país en el tobillo. Me lo hice junto a mi hermana Celeste en 2018 después de regresar de la carrera de San Juan. Incluso fuimos antes y después al pago que nos vio nacer”, apuntó Sol, quien aseguró que “estoy en el ambiente de las motos, pero nunca tuve una”, aclaró. “Nací en el Sanatorio Norte y vivíamos en Granadero Baigorria. Cuando tenía dos años nos mudamos a Europa por primera vez. Pero ocho años después regresamos. Había arrancado en el Colegio San Francisco de Asís, que está en la zona de la Plaza Alberdi, aunque a los pocos días me cambié a la 550 de Baigorria porque me quedaba casi pegado a casa”, deslizó. Y agregó: “Me cambié de escuela además porque quería una educación más laica, como tenía en España. La 550 era pública y de buen nivel”.
Entre la crisis y un futuro mejor
La historia familiar marca que “en 2002, como las cosas estaban complicadas en nuestro país, mis padres optaron por armar las valijas y regresar a Europa. Si bien mi padre Aníbal es ingeniero civil y tenía un puesto fijo dentro del área informática en una compañía de seguros importante de Rosario, y mi madre era docente, lo cierto es que decidió dejar todo nuevamente. El motivo de la mudanza radicó en nos querían dar un futuro mejor. Volvió a arriesgar todo por nosotras dos. Se las jugaron porque querían darnos un mejor porvenir”, describió con la voz tomada por la emoción. “Vendimos todo. Hasta la casa que mi padre había construido con sus propias manos. Regresamos a la zona de la Comunidad Valenciana. Y acá seguimos, firmes y unidos”.
El amor por las dos ruedas
Sol profundizó sobre cómo surgió su pasión por el deporte de las motos. “Desde chiquita miraba carreras de Fórmula Uno, MotoGP, entre otras disciplinas. Una vez logré convencer a mi familia para ir a ver el Gran Premio de Valencia. Tenía 16 años. Cuando pisé el circuito fue la primera vez que me di cuenta de que me encantaba este deporte. Me fascinó ver a las personas, sentir los ruidos de los motores y los olores del ambiente. Ahí me hizo un click y me dije por dentro, quiero dedicarme a esto”, contó Alvarez, quien está radicada “en un pueblito llamado Denia, que queda a una hora de Valencia, porque tenemos familiares”.
“En la escuela teníamos una agenda donde apuntábamos las tareas. Las chicas tenían fotos con imágenes de actores conocidos y chicos que les gustaban. En cambio, en la mía había todo de carreras. Tenía a los pilotos Valentino Rossi, Casey Stoner, de todo. Me gustaban las carreras y sabía que quería dedicarme a esta profesión”.
“Una caradura en el paddock”
Insertarse en el mundo elitista interno del deporte motor es una labor muy complicada. Sobre todo para una mujer. Tiene un alto grado de complejidad. La rueda del circo gira además a gran velocidad y genera una adrenalina particular como un fuerte vértigo. No obstante, Sol se fue amalgamando en el ambiente prácticamente machista “en parte a saber idiomas y ser bastante caradura en el paddock”, especificó. “Después de mi primera carrera comencé a ir más seguido a los Grandes Premios. Y como desde chica hablaba inglés, me ayudó mucho a conocer gente en cada competición. Iba a la zona de los paddock y ahí arranqué haciendo muchos contactos. Saber idioma me abrió muchas puertas en realidad”, relató la rosarina, quien además habla a la perfección francés e italiano.
“Años atrás no había tantas mujeres en los circuitos. Eso llamaba un poco la atención. También el hecho de ser la única de la familia que en ese entonces hablaba idioma me obligaba de manera natural a comunicarme con las personas en todo momento. A eso le agrego que era un poco caradura. Cuando veía a un piloto le pedía una foto o me acercaba al box y solicitaba ver las motos de cerca”, reflejó.
También describió sin titubear que “cuando estaba estudiando empecé a mandar currículum o directamente preguntaba en las carreras si necesitaban que les diera una mano. Y así fue que empecé a involucrarme poco a poco. Me sirvió porque me convocaron para los Hospitality e incluso hice algunas tareas de comunicación para la Fórmula 3 de autos. Traducía partes y conferencias del inglés al español, pero no quería dedicarme a los coches. Deseaba trabajar con las motos”.
“En 2008 se me dio de colaborar de manera eventual en MotoGP en los Hospitality de los equipos de Aspar y KTM, que tenía team en 125cc. Incluso a la par era azafata de imagen en la grilla de largada. Hacía un poco de todo porque la cuestión era que te vieran presente, que perciban que te interesa lo que hacés, que conocés el deporte, que hablás idioma y tenés personalidad. Porque para estar en estos lugares debés tener carácter fuerte. Se fue dando todo en realidad”, graficó.
Como dato hay que destacar que Sol trabajó de manera fugaz en la Fórmula Uno, pero “me gustan más las motos” y dejó “de cursar Turismo en la rama internacional porque me dediqué de lleno a cursar Filología inglesa, que es el estudio de la lengua y literatura de la historia inglesa para perfeccionar el idioma”.
Magra experiencia machista
El cupo femenino en el ambiente motor sigue ganando espacio a medida que pasan las temporadas. Lo hace a fuerza de capacidad y marcada creatividad. Sin embargo, Sol padeció en julio de 2019 en carne propia un repudiable accionar machista en Inglaterra.
“Estaba en el camión limpiando el piso de mi oficina de trabajo. En ese instante pasaron unos chicos mecánicos de otros equipos y dijeron sueltos que ese era un trabajo más adecuado para una mujer”, recordó de movida. “Les respondí con toda la caradurez que tengo que no deberían hablar así ante todo. Menos a una persona que en un futuro podría ser su jefa”, apuntó. “Cuando empecé a trabajar en este deporte, el ambiente era más machista. Pero por suerte eso ahora está mejorando un poco”, remató firme.
De lleno a la coordinación
“El salto más importante fue cuando me llamaron de lo que era la European Junior Cup de Honda. Era una copa mixta monomarca que corría dentro del mundo del Superbike internacional, pero solo corría dentro del calendario europeo”, dijo Alvarez con felicidad.
La inserción de la rosarina se dio “porque el jefe de la Copa me convocó tras verme siempre en el paddock y notar, creo, que tenía personalidad y capacidad suficiente para ejercer el rol en esta disciplina. Comencé como ayudante en la coordinación, mientras que al año siguiente quedé como única coordinadora”, afirmó.
Sol agregó que quien la llevó a trabajar de lleno en el mundo de las dos ruedas “fue Gerry Bryce, quien en la actualidad trabaja para la Federación Internacional de Motociclismo (FIM). Fue la primera persona que me dio un cargo importante y quien confió en mí para hacer lo que hago. Le estaré toda mi vida agradecida”, sentenció la rosarina, quien desde 2019 está de lleno en Yamaha.
¿Cómo se sumó a Yamaha? “El equipo estaba buscando un coordinador para nivel World Superbike, es decir, la categoría máxima. Tenía un conocido en el team de nombre Filippo Conti, quien cada vez que me veía me decía que debía ir a su equipo, que era la persona que necesitaban. Un día me recomendó, me citaron e hice una prueba en un test de Jerez de la Frontera. Actualmente Conti es mi jefe en el GRT Yamaha WSB team (equipo satélite de la marca oficial), y nos llevamos de maravillas”, declaró sin dudar.
A casa tras 16 años
“Estuve 16 años sin regresar al país. La primera vez que volví fue en 2018 cuando pusieron en el calendario de Superbike mundial a la Argentina, en el circuito de San Juan Villicum. Obvio que lo primero que hice fue ir junto a mi padre y hermana antes a Rosario para visitar a nuestra gran familia. Les dije, aprovechemos que tenemos la excusa de la carrera para viajar”, desprendió Sol al recordar ese instante. Luego recordó que “la emoción de volver a mi tierra, ver nuevamente el barrio, la casa de nuestra abuela en bulevar Rondeau, en el barrio de Alberdi. Estar con los primos, tíos y amigos fue hermoso. Regresé en 2019 por la fecha de San Juan. Aproveché para comer muchas cosas que acá en España no puedo como alfajores, facturas, ravioles de ricota. Pasé por la ciudad antes y después de la carrera, ja”.
Cuál es el rol de coordinadora
Nadie mejor que explicar de qué se trata el rol de coordinadora dentro del impresionante universo del deporte motor que la propia Sol Alvarez. “Es estar en todas y todos los detalles. Es nuestro idioma, es como ser la madre de todos”, apuntó de entrada.
“Básicamente me ocupo de todas las tareas. Aparte de organizar los viajes, que incluye conseguir hoteles, vuelos, autos de alquiler, organizo los horarios, las comidas, tareas de marketing, con sponsor, relaciones públicas, presentaciones, traducciones, acreditaciones, documentaciones oficiales, representaciones de los pilotos, hago un poco de todo”, describió la rosarina.
Canalla de corazón
En octubre de 2018 llegó para la carrera de San Juan. Pero antes de hacer base en Villicum regresó a su ciudad, Rosario. La misma que no visitaba desde hacía 16 años. Cómo habrá sido de encantada que quedó con sus raíces que decidió volver a las pocas semanas. “Me volví loca, quise volver a estar con mi familia y fuimos dos semanas con mi mamá. Y justo se dio que Central salió campeón de la Copa Argentina, así que junto a mis primos salimos a festejar”.
“Fue una locura porque nunca había vivido un momento así con el fútbol, ya que acá (en España) no soy de ir a los estadios o seguir este deporte. Ver salir campeón a Central fue algo maravilloso. Mis primos me pedían que volviera todos los años por cábala”, afirmó entre risas esta fierrera de corazón canalla, que impone su sello y capacidad al servicio del equipo GRT Yamaha.
Fuente: La Capital