5 de abril de 2021
Se fortalece una red de 18 espacios comunitarios para darle pelea a la pandemia
La Liga de las Organizaciones Sociales del Gran Rosario surgió en el marco de las urgencias del Covid.
Si hay algo que saben en los barrios de la periferia es tejer redes cuando hay necesidad y, sobre todo, las mujeres. Aunque no fueron las únicas, pero sí franca mayoría, lo volvieron a hacer en la pandemia: unieron el esfuerzo de esos pequeños espacios comunitarios que iban apareciendo para dar respuestas a las necesidades más urgentes, comida ante todo, y de los que ya lo venían haciendo en la crisis eterna de los territorios, pero que con la llegada del Covid-19 tenían que redoblar esfuerzos porque nada alcanzaba. Así se unieron las 18 instituciones que hoy conforman la Liga de las Organizaciones Sociales del Gran Rosario, un espacio que reúne a comedores, centros comunitarios, copas de leche y centros culturales y sociales que están desparramados a lo largo y ancho del mapa.
La pandemia fue el detonante y en la urgencia llegaron a entregar 200 mil raciones de comida. Ahora, la prioridad es que los chicos vuelvan a la escuela. Para hacerlo, convocaron a los 84 despedidos de la empresa Hey Latam (el call center que cerró en Buenos Aires entre Zeballos y 9 de Julio), que se constituyeron como cooperativa, e instalaron en los barrios 18 puntos de conexión digital para que los chicos que aún no terminaron el primario o el secundario, puedan inscribirse al programa nacional de becas Progresar.
“Dejar de ser células nos permitió conseguir más recursos, pero además formalizar muchos espacios para que puedan seguir trabajando en los barrios", señaló Paz Infante, integrante de la Banateca, un espacio de cuidado y biblioteca infantil que es una referencia en Villa Banana y pertenece a la organización Causa.
Fue en ese espacio donde las prioridades cambiaron desde marzo de 2020. Y empezaron a tejerse los lazos entre la Banateca; la escuela de Villa Banana; La Victoria, un espacio de El Eucaliptal; Sembrando Caminos en San Martín sur; Cruzando Vías de Cabín 9 y un espacio de Capitán Bermúdez. La comunidad de Los Pumitas se sumó a través de Raíces Originarias, además de Valentín de Avellaneda Oeste, espacios de Ludueña, San Francisquito y Bella Vista Oeste. Entre todos conformaron la liga de 18 organizaciones.
Las urgencias
Alba Verón supo poner en marcha hace ya varias décadas el espacio Pancitas Vacías, en Villa Banana; sin embargo, tras dejar el barrio, la pandemia la agarró en el noroeste de la ciudad. Así fue que en su casa de Chaco y José Ingenieros y con el mismo nombre, comenzó a darle de comer a sus vecinos en el marco del aislamiento, un ejercicio que por esos meses se replicó en toda la ciudad.
"Empecé con copa de leche y agregué la comida que yo misma cocino los domingos", contó en el encuentro que el 24 de Marzo pasado mantuvieron en el marco del Día de la Memoria para sumarse la propuesta de la organizaciones de Derechos Humanos de plantar árboles.
“Es importante juntarse para hablar, para poder ver cómo seguir en conjunto y todos para el mismo lado y fortalecernos como espacios comunitarios", señaló Verón.
El merendero Valentín, que funciona en Avellaneda Oeste, ya tenía dos años de trabajo cuando llegó el Covid. “Empezamos con nada y hoy estamos dando la merienda a 120 chicos los martes y los viernes", contó María de los Angeles Reales, y señaló que gracias a la unión con las otras organizaciones "no se paró nunca de asistir a la gente".
Su hija Antonella, de 25 años, está al frente de los proyectos que nuclean a los jóvenes y adolescentes.
Juventudes
Una de las organizaciones que más venía trabajando con jóvenes y que se sumó a esta liga es Cruzando Vías, un espacio que funciona en Cabín 9, que trabajó durante mucho tiempo con adolescentes y jóvenes en el marco del Programa Nueva Oportunidad, con capacitaciones y espacios de formación, y que desde entonces intenta contener a los chicos del barrio que viven a uno y otro lado de la vía.
"Sabemos que así como el barrio está en la frontera entre Rosario y Pérez, y eso hace que más de una vez nadie se haga cargo de lo que pasa allí, hacia adentro la vía es la frontera que marca los conflictos y la violencia entre diferentes grupos", señaló Alejo Iztegui y agregó: “Con los talleres pudimos generar espacios grupales donde participaban chicos de ambos lados de la vía, y eso se pudo, en cierta forma, seguir sosteniendo y los chicos siguen participando".
Además de ayudar a garantizar la comida y el agua para el barrio, un conflicto que tiene a una población de más de 15 mil habitantes dependiendo de una sola canilla que los abastece y que los obliga a caminar cuadras con bidones para buscar agua potable, "generar vínculos que permitan fortalecer cada uno y todos los espacios es central", remarcó Iztegui.
Para Infante, en tanto, también fue un logro regularizar la situación legal de los centros comunitarios a través de la tramitación de las personerías jurídicas para que puedan pedir y acceder a mayores recursos para el barrio. "Eso les permite seguir trabajando vinculados con los demás, pero los fortalece", señaló la referente de la Banateca y afirmó que así como desde marzo de 2020 se atendieron las urgencias, ahora la mirada está en ir reconfigurando los espacios de acuerdo a las necesidades de cada barrio.
Fuente: La Capital