Durante la cuarentena, muchos vieron la oportunidad de ayudar. La necesidad que surgió en algunos ciudadanos por la imposibilidad de realizar su trabajo cotidiano, llevó a otros a ponerse en acción. Así pasó con el proyecto «De la huerta a la olla» de STS Rosario. CLG dialogó con Evelin Sehoane, una de las encargadas del mismo, para conocer cómo es su trabajo.
En primera instancia, contó que «el proyecto surgió hace un año en plena cuarentena. Vimos la necesidad de ayudar en dos áreas: a los productores agroecológicos porque habían bajado sus ventas, ya que las ferias estaban suspendidas; y a los comedores y merenderos, que algunos hasta habían triplicado la cantidad de gente que se acercaba».
Fue entonces que decidieron poner manos a la obra y funcionar como «un canal» que pueda colaborar con ambos sectores. Unos proveen alimentos y los otros sirven un plato de comida a los que lo necesitan, la conexión entre ambos era factible.
«Nosotros recibimos donaciones de dinero de las personas, nada más que dinero. Entonces nos encargamos de comprar los alimentos y dárselos a los comedores», explicó Evelin. De la huerta a la olla cuenta con una «grilla de transparencia», allí las personas que realizaron donaciones pueden ver «cómo se gasta ese dinero».
La voluntaria señaló que están trabajando con «17 comedores» con los que tienen «comunicación directa», característica que enfatizó ya que para saber qué comprar se encargan de consultar a los comedores «qué es lo que necesitan, dependiendo de otras cosas que ya tengan». Además, remarcó que se trata de instituciones independientes, que no reciben otras ayudas.
Evelin destacó la importancia de aportar «alimentos frescos y ecológicos». «Los comedores mayormente reciben alimentos más procesados como harinas refinadas y demás, nosotros entregamos frutas, verduras, legumbres», indicó. A lo que añadió: «Las personas que se acercan no solo reciben un plato de comida, sino que es un plato pensado para aportar a su nutrición».
De la huerta a la olla se maneja con productores de alimentos agroecológicos de la zona. De esta manera, cumplen con el objetivo del doble impacto que se plantearon desde el comienzo. «La producción y comercialización de alimentos de cercanía promueve una sociedad más justa y saludable», detallan en sus redes sociales.
Actualmente, son 12 los miembros del programa que se encargan de distintas tareas. «Cada uno tiene sus incidencias», señaló. Conocelos en este video:
Por último, la voluntaria reveló que más allá de que la idea surgió en cuarentena, desde el grupo creen que «sería bueno poder seguirla con el paso del tiempo». De todas maneras, aclaró para cerrar: «Idealmente, claro, consideramos que no debería haber ni merenderos ni este tipo de programas supliendo estas necesidades, sino que debería estar la intervención del Estado».