23 de julio de 2021
Cómo la ciudad argentina de Rosario se convirtió en un referente mundial de la agricultura social y sostenible
Una historia emocionante de resiliencia alimentaria y climática.
Así es como el prestigioso Centro Ross para las Ciudades Sostenibles del Instituto de Recursos Mundiales (WRI, por sus siglas en inglés), con sede en Washington, EE.UU., resume para BBC Mundo el modelo agrícola establecido en Rosario, Argentina, para combatir la crisis climática y económica.
La iniciativa municipal "Producción Sostenible de Alimentos para una Rosario Resiliente" recibió este martes el galardón mayor del Premio a las Ciudades 2020-2021del WRI, el principal reconocimiento global a creadores de cambios urbanos transformadores.
El proyecto rosarino se convirtió en "una piedra angular de la adaptación climática y la inclusión social", dicen desde el organismo estadounidense, que cuenta con un equipo internacional de más de 450 científicos, economistas y expertos en sostenibilidad.
"Para nosotros es una gran noticia que el Programa de Agricultura Urbana, que nació en la profunda crisis del 2001 en Argentina, haya sido reconocido precisamente ahora, en otro momento de crisis en el que es vital impulsar políticias de impacto social y ecológico", le dice a BBC Mundo Nicolás Gianelloni, secretario de Desarrollo Humano y Hábitat de Rosario.
Gianelloni destaca que el programa, en el que trabaja desde hace seis años, "no quedó solo en un proyecto de laboratorio, sino que verdaderamente ha transformado la ciudad".
De la escasez a la sostenibilidad
El Programa de Agricultura Urbana (PAU) se puso en marcha hace casi dos décadas para crear un sistema de producción sustentable de alimentos en medio de la atroz crisis económica, que dejó a una cuarta parte de la población de Rosario sin empleo y a más de la mitad de sus residentes por debajo de la línea de la pobreza.
Se comenzó por lo básico: proporcionar a las comunidades locales materiales, herramientas, semillas y capacitación en producción agroecológica, es decir, cultivo de productos sin químicos.
Después, se desencadenó "un movimiento en toda la ciudad para convertir terrenos baldíos en lugares de producción de alimentos sostenibles y saludables", explica el WRI.
El programa reconvirtió terrenos infrautilizados en toda la ciudad en parcelas agrícolas y huertas, creando mercados permanentes para establecer la agricultura urbana como una nueva fuente de ingresos.
Además, se trató de implementar una cultura más profunda en torno a la producción de alimentos y llevar a cabo programas sociales de educación y desarrollo.
Con el tiempo, la iniciativa ya establecida permitió incrementar la resistencia de la zona a posibles inundaciones e incendios, además de reducir las emisiones de carbono a través de cadenas de suministro más cortas y localizadas.
"A lo largo de los años, pasó de ser un enfoque para llevar alimentos a la mesa a una herramienta para la creación de empleo y, más recientemente, una estrategia para enfrentar el cambio climático", dice Anne Maassen, líder global del Centro Ross para Ciudades Sostenibles del WRI.
Se expandió hasta cubrir 75 hectáreas de la ciudad y 800 hectáreas de la zona periurbana, incluyendo varias parcelas que estaban infrautilizadas o abandonadas -convertidas en basurales o tierras usurpadas- y que ahora son dedicadas a la producción agroecológica.
Y 40 hectáreas que son parques públicos de producción agroecológica, añade Gianelloni.
Más de 2.400 familias empezaron sus propias huertas y se han creado siete nuevos espacios de mercado permanentes.
El 50% de las huerteras, explica Gianelloni, son mujeres que encuentran en estos productos agrícolas la principal fuente de ingresos para su familia.
"La idea fue generar empleo a personas que trabajan produciendo alimentos saludables, dándoles acceso a una alimentación sustentable con productos ecológicos que antes estaban fuera de su alcance", le dice Gianelloni a BBC Mundo.
Lo más difícil, asegura, fue "la producción de las semillas agroecológicas -que resolvimos creando un centro donde producimos nuestras propias semillas- y la necesidad de tener una planificación que deje lugar a la producción agroecológica como algo primordial".
El WRI dice que el programa tuvo un amplio impacto en la ciudad de Rosario y en la vida de sus residentes.
"Su enfoque en la agricultura urbana ha mejorado la seguridad alimentaria y la inclusión social, ha generado puestos de trabajo, ha aumentado la resiliencia climática y ha reducido las emisiones de carbono", señala Ani Dasgupta, directora global del Centro Ross para Ciudades Sostenibles del WRI.
"Soluciones inteligentes"
En su apuesta como ciudad sostenible, Rosario quedó seleccionada de entre 262 postulaciones de 54 países y terminó compitiendo con cuatro ciudades finalistas -Ahmedabad (India), Nairobi (Kenia), Monterrey (México) y Londres (Reino Unido)- por el primer puesto, que tiene un premio de US$250.000.
"El premio honra los programas innovadores que abordan los problemas complejos a los que se enfrentan nuestras ciudades y sirve como modelo para compartir soluciones inteligentes entre comunidades de todo el mundo", dice Stephen Ross, miembro de la Junta Directiva Mundial del WRI.
"Elogiamos a cada uno de los finalistas por sus proyectos ejemplares que demuestran cómo las políticas y prácticas existentes pueden evolucionar para ser más sostenibles e inclusivas, al tiempo que responden a las nuevas realidades globales", agrega Ross.
Fuente: BBC