«Un puente entre la voluntad de dar y la necesidad de recibir». Así se define a sí misma la Fundación Camino, una institución rosarina que lleva tres décadas asistiendo a niños y madres para combatir la desnutrición infantil. Fundada en 1991, esta ONG posee tres Centros de Prevención en la ciudad los cuales se reacomodaron para seguir funcionando durante la pandemia. En ese sentido, CLG dialogó con María Eugenia Correa Uriburu, directora ejecutiva de Fundación Camino, quien habló sobre el trabajo que realizan.
En primer lugar, la referente de la Fundación contó cómo fueron los inicios de la misma: «Desde el 1991 que estamos, son 30 años de trabajo en la ciudad. La Fundación nació con un grupo de gente que tenía mucho interés en ser un puente entre la voluntad de dar y la necesidad de recibir, uniendo necesidades y voluntades con distintas actividades para poder llegar a ese fin».
Sin embargo, la desnutrición infantil no fue el primer objetivo de la institución, sino que llegó con el tiempo: «Cuando empezamos se hacían un montón de actividades tendientes a obtener recursos para, por ejemplo, proveer de un tomógrafo a un hospital. A fines de los noventa la Fundación ya venía trabajando hacía con tiempo con niños y se puso en contacto con la Fundación Conín, la Cooperadora para la Nutrición Infantil. Al encontrarse, Camino se enamoró de ese proyecto y se dio cuenta que cuando uno trabaja en prevención de desnutrición infantil puede revertir el futuro de alguna manera, porque los niños se pueden escolarizar y estar bien alimentados. Así comenzó el trabajo».
Así llegó la primera casa de trabajo: «El primer centro fue en Nuevo Alberdi gracias a una donación de Fundación Renault, donde empezamos a trabajar con un grupo de chiquitos y sus madres. Con el tiempo se fue desarrollando y pudimos abrir dos centros más, uno en el barrio Stella Maris de Fisherton, y otro en Cabin 9».
Actualmente, la Fundación Camino tiene inscriptos en sus programas a 208 niños de hasta 5 años de edad, y a 14 madres embarazadas, que reciben atención en los tres centros: «En los centros hay pediatras, nutricionistas, fonoaudiólogas, estimuladoras tempranas y trabajadoras sociales. El abordaje que se hace es integral para el niño y la familia. Se evalúa cómo está el chiquito nutricionalmente, su vulnerabilidad social y la necesidad del ingreso del niño en el programa. Si está dentro de los parámetros de la OMS, se lo ingresa», explicó Correa Uriburu.
«Muchos de nuestros chiquitos son derivados de los centros de salud y no tenemos ningún niño que no esté dentro del sistema de salud provincial. Trabajamos de forma interinstitucional con los centros de salud, jardines de infantes y los hospitales cercanos a los lugares donde trabajamos», agregó.
En marzo de 2020 la vida de todos cambió y las instituciones solidarias se vieron notablemente afectadas por la llegada de la pandemia. Sin embargo, Camino no dejó de trabajar: «Nunca dejamos de asistir a las familias. Desde el primer día de la pandemia se puso un día para la entrega del módulo nutricional que le entregamos a los chicos con déficit de peso y talle. Esos primeros quince días se hizo entrega en el lugar a un miembro de la familia. Elaboramos otro protocolo para empezar a atender a los niños con turno con pediatras, nutricionistas, estimuladoras tempranas y fonoaudiólogas; siempre con la presencia de la trabajadora social. Al día de hoy seguimos trabajando con protocolos y turnos, en cada centro se atienden a 8 chicos por día aproximadamente».
Los niños no son los únicos que reciben atención, sino que también hay trabajo apuntado a la capacitación de las madres: «Tenemos talleres para madres, que en este caso los tuvimos que suspender. Hemos logrado que algunas otras ONG den algún curso de mediana duración. También logramos poner un día de atención exclusivo para las madres. Se dictaron cursos de pintura de brocha gorda, de confección de currículums y demás. Actualmente se está realizando un curso de comunicación».
Al ser consultada sobre cuáles son los objetivos para lo que resta de 2021, la directora ejecutiva de la Fundación indicó: «Nuestra hoja de ruta es ver qué pasa de acá a 15 o 20 días y ver si podemos retomar algo de talleres propios. Queremos tener más circulación en los centros y tener presencialidad en los talleres. La otra gran parte de la hoja de ruta es la consecución de los medios económicos para poder trabajar. Al ser una ONG no contamos con ayuda del Estado, salvo de forma eventual con algún convenio. En este momento tenemos la dificultad que están vedados los eventos».
Es por eso que desde la Fundación ya delinean acciones para recaudar fondos: «En septiembre vamos a lanzar un bono contribución para todos aquellos que nos quieran ayudar, a quienes se les hará un presente y van a haber más de 30 premios que se sortearán de forma virtual».
En ese sentido, Correa Uriburu también hizo un llamado a la colaboración: «Para nosotros es fundamental la entrega de la leche en polvo entera, hacemos una entrega semanal para cada chiquito. Cualquiera que quiera colaborar con nosotros, la leche en polvo, el aceite y las legumbres son productos muy necesitados».
En ese sentido, quienes quieran contribuir con la Fundación Camino pueden comunicarse al 3413025588, o contactarse a través de las redes sociales de la fundación: @caminoconin en Instagram y Facebook.