19 de diciembre de 2024

Rosario Sin Secretos: Rivarola, el rosarino que fundó la Universidad de La Plata

Por Graciela Molina - Que Rosario es, naturalmente, un semillero de personas, personajes y personalidades valoradas en el mundo, ya no quedan dudas. ¿Qué habrá en el agua o el aire que desarrolla tanto talento? ¿Buceamos en la historia autóctona?

Francisco Cignoli, Calixto Lassaga y Armando Peña se refirieron a él en magníficas piezas literarias, y hasta Rodrigo Octavio le dedicó una poesía cuando Rodolfo Rivarola cumpliera sus 80 años: “Fue en el diez y ocho de diciembre/de aquel año de gracia/-mil ochocientos cincuenta y siete-/cuando en la humilde villa del Rosario,/junto a la costa del inmenso río,/en noble cuna de remoto origen/un niño vino a luz, al que fue dado/el armonioso nombre de Rodolfo…”

Mucho no rima, pero alcanza para visualizar el momento en que su estrella brilló al nacer este rosarino que en 1937, estando aún él en vida, cambió la Avenida de los Plátanos y dio su nombre a la arteria de Barrio Godoy que corre de Este a Oeste, a la altura de Provincias Unidas al 3100.

Las coordenadas de la historia hacen su juego en la investigación y nos ubican frente al hermano menor del periodista que trabajó en el diario La Capital, promovió la primera biblioteca gratuita y escribió el Martín Fierro, José Hernández.

En efecto, a instancias de una iniciativa del entonces senador Rafael Hernández, se funda la Universidad de La Plata y se designa a Dardo Rocha como primer rector en 1897.

La misma que el entonces ministro de Justicia e Instrucción Pública de la Nación, Joaquín V. González, aquel que eternizó las palabras de su discurso en la inauguración de la Biblioteca Argentina: “Conocer es amar”, convirtiera luego en Universidad Nacional.

Es evidente que la intelectualidad de entonces no conocía fronteras y Rosario y Buenos Aires estaban muy cercanos en cuanto a las relaciones de los hombres pensantes.

Por eso no asombra que el rosarino Rivarola, que se recibió de bachiller en el Colegio Nacional Central de Buenos Aires, dirigido por José Manuel Estrada, fuera presidente de la Universidad de La Plata y uno de sus más destacados impulsores, sucediendo a Joaquín V. González en la presidencia de casa de altos estudios.

La vida de este rosarino, naturalmente curioso y entusiasta, estuvo jalonada de importantes logros jurídicos y académicos siendo, por ejemplo, el primer profesor de filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras de la misma universidad.

Fue juez, fiscal de cámara, escritor, docente, dirigió la Revista Argentina de Ciencias Políticas durante la presidencia de Sáenz Peña, y en 1938 fundó la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas.

En ese mismo año el, Dr. Joaquín Víctor González, concibió la idea de nacionalizarla, poniendo énfasis en “la investigación, la extensión universitaria, el intercambio permanente de profesores con los centros de excelencia del extranjero, y la necesidad de la educación continua incluyendo con ese propósito una escuela primaria y otra secundaria, ambas de carácter experimental”.

Honoris Causa de la Universidad de Río de Janeiro, Brasil, Rivarola fue considerado Ciudadano de América por su permanente propulsión de la amistad sudamericana.

Cuando cumplió sus 55 años escribió: “Me veo en la niñez, en la casi aldea del Rosario, hoy ciudad populosa, símbolo del progreso de la Nación. Veo a mi madre; y la casa y el patio a la sombra del parral… Es una visión que me conmueve, pero antes de media hora me traerán sus augurios mis hijos y mis nietos… ¡El pasado y el porvenir!”.

Y en otro párrafo de su libro: “Y vuelvo, para terminar, a un pensamiento que me domina: el pasado es amable para quien declina la vida; pero el porvenir es quien nos llama”.

En el aniversario de su nacimiento, Rosario Sin Secretos, lo trae de nuevo a la ciudad que lo vio nacer, a la que nunca él olvidó y siempre honró como “humanista, juez, maestro, pensador, cultor de las bellas letras y de la poesía” al decir de Cignoli.

Cuando recorra barrio Godoy, cuéntele a sus hijos o nietos, que Rivarola ¡no es sólo el nombre de una avenida!

Fuente: Conclusión